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Éxodo

Updated: Jan 19, 2021

El Éxodo


El libro de Éxodo narra la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto. Dios había anunciado a Abraham que morarían en tierra arena durante 400 años. ¿Estaría pensando en esto Jacob cuando trasladó a su familia con todas sus posesiones a la tierra de Egipto a invitación de su hijo José, gobernador de Egipto?



El éxodo de los hebreos de Egipto

Índice:



 

El Éxodo


El libro de Éxodo narra la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto. Dios había anunciado a Abraham que morarían en tierra arena durante 400 años. ¿Estaría pensando en esto Jacob cuando trasladó a su familia con todas sus posesiones a la tierra de Egipto a invitación de su hijo José, gobernador de Egipto?


Jacob pidió que al morir fuera enterrado, en la cueva del campo de Macpela, en tierra de Canaan, junto a Lea, donde también estaban sepultados Abraham y Sara e Isaac y Rebeca.


Parece ser que esperaban la promesa de que un día heredarían la tierra en la que habían sido extranjeros.


Vemos que cuando José llega a la hora de su muerte, sabe que algún día su pueblo saldría de Egipto y pide que cuando llegue ese momento, que lleven sus restos (Génesis 50:22-25 ). En Hebreos 11:22 leemos que “Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.”


Vemos en Génesis 50:26 que “murió José a la edad de ciento diez años; y lo embalsamaron, y fue puesto en un ataúd en Egipto.” En Exodo 13:19 nos dice que cuando llegó el momento de salir de Egipto, tomaron “los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros.”

Cuando el pueblo entra a la tierra prometida, nos dice Josué 24.32 que “enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto,”


José, por fe, sabía que saldrían de Egipto. Os animo a leer el resumen de la trayectoria del pueblo de Israel en Hechos 7.


Dios les había prometido que serían extranjeros en tierra ajena. Esto lo fueron cuando moraban en Canaan y cuando se mudaron a Egipto, pero José había traído a su familia a Egipto para vivir una vida agradable. La situación cambiaría después de su muerte.


En Éxodo 1:7 leemos que “los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.”


Estas palabras nos deberían hacer eco del versículo en Génesis 1:28 donde dice:

“Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla.” Aunque el panorama había cambiado a causa del pecado, Dios mantenía su plan, por lo que aquí en Éxodo vemos que el pueblo de Dios sigue multiplicándose y fortaleciéndose.


Con el crecimiento y el poder del pueblo de Israel vino el conflicto con los de la tierra de Egipto. Nos dice Éxodo 1:8-10 que llegó el día que “se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra.”


Dios estuvo cuidando de su pueblo constantemente, incluso en medio de la aflicción. Nos dice Éxodo que “cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.”


“Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.” Seguro que a la mayoría de nosotras nos viene a la mente las escenas de Charlton Heston en la película de Los Diez Mandamientos.


Desde que Abraham había recibido la promesa del pacto de Dios, el pueblo de Israel había vivido en tierra extraña. Es ahora, en el momento del Éxodo que Dios les va a sacar de ahí para darles la tierra que les había prometido. Sin embargo veremos en este libro que no sería sin oposición. Pero Dios daría la victoria.


Hechos 7:6-7 “Y le dijo Dios así: Que su descendencia sería extranjera en tierra ajena, y que los reducirían a servidumbre y los maltratarían, por cuatrocientos años. Mas yo juzgaré, dijo Dios, a la nación de la cual serán siervos; y después de esto saldrán y me servirán en este lugar.”


Al leer este libro presta atención a la mano de Dios sobre sus hijos y también hacia los que les oprimen. Y fijémonos también en las actitudes y acciones del hombre hacia los planes y acciones de Dios.


Dios nos ha dado a nosotros promesas de vida eterna juntamente con Él a aquellos que han puesto su fe en Cristo. Pero al igual que a su pueblo Israel, nos ha dicho que ahora somos peregrinos en esta tierra, y que esperamos una ciudad mejor, al igual que Abraham, que como dice el escritor de Hebreos 11:9-10,


Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.”


Durante los 400 años que el pueblo de Dios estuvo “en tierra ajena”, Dios estuvo con ellos, y de igual modo, en nuestra vida aquí Dios camina a nuestro lado. No promete que todo va a ser fácil. Dice Jesús a sus discípulos: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33) y 2 Corintios 4:17 nos asegura que esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”


Vemos que para los que en Él confían, la esperanza puesta en Dios nunca, nunca avergüenza. Confiando en lo que nos ha escrito, podemos tener paz.


Espero que en tu lectura de Éxodo puedas ver a Dios y puedas acercarte más a Él, para disfrutar de su paz en cada etapa de tu viaje.



 

Sifra y Fúa


Exodo 1: 15-17: Y habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra, y otra Fúa, y les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.

¿Has escuchado estos nombres alguna vez? No son comunes, pero me gusta el hecho de que Dios los incluya en Su Palabra, porque estas dos mujeres se negaron a hacer el mal a pesar de poner en riesgo sus propias vidas, y salvaron a los bebés de los hebreos en tierras de Egipto.


Como hemos visto, Faraón estaba dispuesto a deshacerse de los israelitas como fuera, por lo que pidió a las parteras que mataran a los varones hebreos durante el parto y dejaran a las niñas con vida.

Mas nos dice Éxodo 1:17 “Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños.”


Fueron valientes y defendieron la vida a pesar de las consecuencias que pudieran haber tenido. Además, lo hicieron de una forma muy astuta. En lugar de enfrentarse a malas con Faraón, idearon un plan alternativo. Parece ser que se dedicaron a buscar a las madres embarazadas y enseñaron a las familias a atender el parto ellos mismos, para poder decirle a Faraón que las mujeres hebreas tenían los niños antes que ellas llegaran.


Y nos cuenta Éxodo 1:20-21 que “Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.”


Me hace pensar en lo que Jesús dijo a sus discípulos en Mateo 10:16

“sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”


Tristemente, Faraón acaba dando carta blanca a todo el pueblo de Egipto para que echen al rio a cualquier bebé varón que encuentren. Es por eso que vemos a los padres de Moisés escondiendo al niño al nacer durante tres meses. Ellos también actuaron sabiamente para proteger a este bebé que sería usado por Dios.


Leemos la historia en Éxodo 2. Cuenta que su padre,

“no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río. Y una hermana suya se puso a lo lejos, para ver lo que le acontecería. Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste. Entonces su hermana dijo a la hija de Faraón: ¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño?


María, hermana de Moisés, fue a llamar a a su madre, a la cual dijo la hija de Faraón: “Lleva a este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió.”

Éxodo 2:3-7, 9


Increíble, Dios lo arregla todo como solo Él puede. No solo se salva El Niño, sino que su madre lo llega a cuidar; y encima le pagan!! Las que hemos cogido tiempo para quedarnos en casa y cuidar a nuestros hijos, hemos tenido que elegir estar con nuestros hijos más tiempo y ganar un sueldo. Sin embargo, vemos que el Señor le permite a Jocabed cobrar por cuidar a su hijo durante su niñez.


De este modo, Moisés pasó sus años más tiernos con su familia, aprendiendo de Dios, y cuando llegó a una cierta edad, fue a vivir al palacio con la hermana de Faraón, que lo había adoptado. Allí aprendería con los mejores maestros del mundo, la ciencia más avanzada del momento. Dios preparó a Moisés para representar a su pueblo en la presencia del Faraón.


Repasemos rápidamente los personajes que fueron imprescindibles para que la historia llegara a un buen final. Sifra y Fúa hicieron posible que Moisés viviera, defendiendo la vida de los bebés hebreos en contra de las ordenanzas de Faraón.

Los padres de Moisés escondieron a Moisés, enfrentándose a peligros, y confiaron en Dios al mandar a su bebé rio abajo.

La hermana de Moisés fue valiente al obedecer a sus padres y seguir la barquilla con Moisés hasta que la encontró la hermana de Faraón, y luego se expuso, ofreciendo a su madre como nodriza. Sin duda, Dios movió cada hilo en la historia, pero usó a personas dispuestas a exponerse a algún peligro por la causa de Dios.


¿Qué te está pidiendo Dios que hagas? Estamos dispuestas a obedecer en el papel que Dios nos ha dado? Puede parecer poco transcendente, pero en el gran plan de Dios, puede marcar la diferencia.




 

Cumpliendo tu misión: parte 1

Moisés salió de Egipto después de haber matado a un egipcio que maltrataba a un hebreo. Tuvo que huir al ver que los otros hebreos lo habían visto y corría el riesgo de ser castigado. Se adelantó a los planes de Dios, y ya hemos visto que esto siempre trae problemas. Acabó en la tierra de Madián donde pasaría los próximos 40 años de subida. Se casó con una madianita, Séfora, hija de Jetro, sacerdote de Madián .


Llegó un día en que Moisés estaba cuidando las ovejas de su suegro cuando vio una zarza ardiendo. Se acercó para descubrir que Dios mismo le hablaba. Después de que Moisés pasara 40 años en la escuela del desierto, Dios le estaba encomendando la liberación de los israelitas de la opresión de Egipto. Sin embargo vemos que Moisés no está seguro de poder llevar a cabo esa labor. Después de todo, habían pasado 40 años desde que había salido de Egipto, y además, no en muy buenas circunstancias. ¿Qué sucedería cuando volviera? Lo aceptarían los hebreos como su libertador? ¿Qué recibimiento tendría de la corte egipcia? Moisés comienza a poner excusas para explicar que él no es la persona indicada para esta misión.


En 3:11 Moisés pregunta: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?

A lo que Dios le responde: “Ve, porque yo estaré contigo” Como si dijera; no importa quien seas tú, lo que importa es que yo, El yo Soy voy contigo.


En el 4:1 Moisés argumenta: “He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz”


Dios le muestra dos señales milagrosas, la vara que se convierte en culebra y la mano con lepra que se cura, para mostrarle que entenderán que es Dios el que lo envía (versículo 5).


Mas en el versículo 10, Moisés pone otra pega:

“nunca he sido hombre de fácil palabra” 4:10


El Señor, una vez más , le da contestación a su excusa. “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar. EXODO 4:12


Moisés por fin directamente se niega:


¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.” 4:13


Y Dios, nos dice el texto que harto de las excusas de Moisés le dijo:

“¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón. Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.”


Me pregunto si esto molestó a Moisés. Después de todo, era Moisés el que había sido instruido en la casa de Faraón. Vemos que va, y cuando llegan a Egipto, es Moisés el que habla, y no Aarón.


Después de este encuentro con Dios, Moisés le informa a su suegro que va a visitar a su familia; Exodo 4:18 y se marcha con su esposa y sus hijos, vara en mano, hacia Egipto.


Pero nos dice Éxodo 4: 24-25 : “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo.”


¿Cómo? ¿Llama el Señor a Moisés, y cuando este decide salir a hacer lo que Dios quiere, Dios intenta matarlo? ¿Qué estaba ocurriendo? No nos cuenta el texto la historia, pero por la reacción de Séfora, podemos hacernos una idea de lo que era el problema. Dice el versículo 25:


“Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre.”


Moisés iba a salvar al pueblo de Dios, y sin embargo él no había consagrado a su propio hijo a Dios por medio del rito de la circuncisión. Eso había sido un mandato de Dios a su pueblo Israel desde Abraham. Aunque a nosotras nos puede parecer una costumbre insignificante, para ellos era un símbolo de obediencia y pertenencia a Dios. Seguramente habría sido un tema de discusión con Séfora, ya que los madianitas no tenían esta costumbre. Su esposa se había dado cuenta de que ese es el problema, y con mala actitud circuncidó a su hijo, acusando a Moisés. En estos dos versículos vemos la importancia que Dios da a la obediencia. Para ellos era la circuncisión, para ti será otra cosa, algo que igual otros lo vean como insignificante, pero tú sabes que Dios te lo está pidiendo.


¿Qué te está pidiendo Dios hoy? ¿Hay algo que te impide hacer la obra que el Señor tiene para ti?




 

Cumpliendo tu misión: parte 2


Continuamos con la historia, y vemos que Moisés va hasta Egipto y cumple el plan de Dios. Sin duda, su misión era delicada. Volver a la gente que antes le conocía como el sobrino de Faraón y estar en el otro bando. Sus dudas que había comunicado al Señor eran genuinas. ¿Y si no le escuchaban?


Vemos en el capítulo 4 que Aarón le acompaña, y los ancianos y el pueblo aceptan el plan en un principio. Pero cuando Faraón reacciona dándoles más trabajo y maltratándolos, se enojan contra Moisés y Aarón. Acusan a Moisés y Aarón de haberlos “hecho abominables delante de Faraón y de sus siervos, poniéndoles la espada en la mano para que los mataran( dice Éxodo 5:21)


Nos cuenta en los versículos 9-13 que “habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel.”


Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios?


Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.”


El Señor les contesta con una simple orden: “Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.”



Pobre Moisés, lo vemos hablando con Dios, cuando la presión de su misión parece superarle. Exodo 5:22-23 dice:


“Entonces Moisés se volvió a Jehová, y dijo: Señor, ¿por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me enviaste? Porque desde que yo vine a Faraón para hablarle en tu nombre, ha afligido a este pueblo; y tú no has librado a tu pueblo.”


Oh, oh; ¿vemos a Moisés cuestionando el cumplimiento de la Palabra de Dios?


Más bien vemos a un Moisés que se siente abrumado con la tarea que Dios le ha dado. Los israelitas no le escuchaban; ¿cómo le iba a escuchar Faraón?

¿Te has sentido tu alguna vez que cuando vas a hacer lo que Dios te ha pedido, las cosa parecen empeorar? Digo parecen, porque Dios siempre tiene el control del asunto.


Dios contesta reafirmando a Moisés, así como lo había hecho cuando le habló en la zarza:


“Yo soy JEHOVÁ.” Es decir, Yo soy el Yo Soy. ¡Es Dios el que va contigo, Moisés!


Le dice: “Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra.”


Dios había llamado a Moisés. Dios le había dado una misión, y Dios le acompañaría hasta que la hubiera acabado. Sin duda, la misión de Moisés era complicada, pero vemos que Dios estaría con Él y cumpliría Su promesa.


Vemos más adelante que El pueblo de Israel sale de Egipto y va hacia el Mar Rojo. Vemos que los ejércitos de Faraón les siguen para destruirlos.


Moisés va al Señor en oración, y vemos cómo curiosamente, Dios le pregunta:


“¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.”15-16


¿Por qué clamas a mí?!

No es una de las frases que piensas que Dios va a decir a su siervo. Pero Moisés ya sabía lo que tenía que hacer. Había llegado el momento de confiar y actuar. Ahora debía actuar y guiar al pueblo.

El Señor obra de forma maravillosa abriendo el mar para Su pueblo, y los israelitas pasan en tierra seca. Los soldados egipcios se adentran tras ellos, y Dios trae sobre ellos Su juicio por última vez.


Dios le había dicho a Moisés: “yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.”

Y así fue.

“Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.“ 14:31


El viaje a través del desierto hacia la tierra prometida no fue fácil para Moisés. El pueblo resulta ser muy difícil de guiar, y Moisés tiene que lidiar con situaciones de rebeldía y desconfianza.


Pero Dios estuvo con Moisés siempre, para darle sabiduría para cumplir su misión.



¿Qué misión tienes tu? Quizás no lo sepas aún, pero estás dispuesta a ser útil en Sus manos. Pregúntale a Dios en oración.


Si ya sabes lo que Dios quiere que hagas, te vuelvo a preguntar, ¿Hay algo que te impide hacer aquello que Dios ha preparado para ti? O

Quizás te sientes incapaz?


Puede que estés pasando por un tiempo difícil y no veas cómo puedes ser usada. Como Moisés dices ¿Para qué me enviaste? ¿Te sientes sola, y en ocasiones abrumada ante la misión que Dios te ha dado? Como Moisés, ve a Él y cuéntale tus luchas, porque Dios siempre está a tu lado, y te reafirmará sus promesas.

Si lo que estás haciendo es del Señor,

¡Vé, ha dicho el Señor, porque yo estoy contigo!



 

Corazones endurecidos


Volvamos al principio del libro del Éxodo para analizar la salida del pueblo de Dios de la esclavitud. Vemos que Moisés se encuentra con un Faraón que tiene el corazón duro como una piedra, y que no está dispuesto a dejar ir al pueblo. Esto no lo pillaba a Dios por sorpresa.


En Éxodo 4:22 y 23 Dios había declarado su plan a Moisés: dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”


Estas son las palabras de Dios a Moisés, contándole lo que acontecería más adelante, en Éxodo 12:29.


¿Te habías fijado antes? No menciona las nueve plagas que precederían a esta plaga final donde morirían los primogénitos de cada casa que no estuviera marcada con la sangre de un cordero. Dios sabía que Faraón, por su dureza de corazón, no dejaría ir al pueblo de Dios voluntariamente; sin embargo Dios le dio nueve oportunidades para reconsiderar. ¿Habías pensado alguna vez en las nueve plagas como la misericordia de Dios antes de llegar a lo que Dios sabía de antemano que tendría que ocurrir para que Faraón los dejara ir?


Repasemos las plagas y la respuesta de Faraón en cada ocasión.


  1. La vara de Aarón se hace culebra. Faraón llama a sus encantadores, los cuales la repiten, y nos dice que su corazón se endurece.

  2. El agua del río se vuelve sangre. Y los hechiceros de Faraón hacen lo mismo—es decir, convierten más agua en sangre. ¿Y por qué no deshicieron lo hecho? ¿Por qué no convirtieron la sangre en agua? Nos vuelve a decir que el corazón de Faraón se endurece.

  3. En a tercera plaga, las ranas invaden la tierra de Egipto. Y curiosamente sus encantadores hacen LO MISMO! ¿Pero en qué estaban pensando? Y endureció Faraón su corazón.

  4. Con la cuarta plaga llegan los piojos. Los hechiceros intentan sacar piojos (no Sacar de la cabeza, sacar de producir!! y no pueden. ¡Menos mal! Los encantadores en este momento se dan cuenta que es Dios el que está haciendo estas señales. Pero Faraón no; él endurece su corazón. Nos dice el capitulo 8:15 “Como Jehová había dicho”

  5. La quinta plaga es la de las moscas. Aquí solo afecta a los egipcios, y no a Gosén, donde habitaban los hebreos. Y Faraón endurece su corazón “aún esta vez” dice.

  6. La sexta plaga afecta al ganado. Se le avisó con un día de antelación por si quería razonar. Pero no. Faraón endureció su corazón una vez más. Para este entonces, ya no vemos a los hechiceros. Me pregunto si habrían dejado a sus dioses falso para seguir al Dios verdadero, o si Faraón se había deshecho de ellos.

  7. El granizo vino en séptimo lugar, destrozando la tierra e hiriendo ganado y trabajadores. Se nos dice que muchos siervos de Faraón creyeron la palabra de Dios por medio de Moisés y recogieron su ganado y trabajadores. Todo lo que estaba al descubierto se destruyó (menos el trigo y el centeno que no había salido aún). Pero no así en tierra de Gosén. Faraón reconoce algo de culpa en 9:27-28 “He pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Sin embargo, dice la Palabra que cuando todo se calmó, Faraón se “obstinó en pecar”, y “el corazón de Faraón se endureció”.

  8. Es entonces que viene plaga de langosta que comió todo lo que el granizo dejó. Faraón dice “perdona mi pecado solamente esta vez” Me llama la atención el corazón necio de Faraón. ¿Solamente esta vez? Viviendo para el momento y no queriendo dar su brazo a torcer ante el Dios Omnipotente. Esta vez es Dios mismo el que “endureció su corazón”; un corazón que ya había elegido despreciar a Dios.

  9. Dios le da una plaga más para que pueda arrepentirse y rendirse a Dios, las tinieblas, representando el estado del corazón de Faraón. Todo queda totalmente oscuro en Egipto, pero no en Gosén, donde moraban los israelitas. Faraón quiere negociar, según sus términos, pero no hay negociación con Dios. Dios dice: todo o nada. Dios endureció su obstinado corazón. Esta sería la última vez que Faraón veía el rostro de Moisés. Se le había pasado la oportunidad.

  10. La muerte de los primogénitos llega cuando Faraón ha rechazado todas las oportunidades. Si para ahora te parece que Dios fué demasiado lejos en el castigo de este pueblo. te ruego que consideres de nuevo. El Dios Todopoderoso no se somete a reyes humanos. El Dios Todopoderoso, no es un dios caprichoso, pero sí es un Dios Santo, y con Él no se juega. Él ve el corazón de cada ser, grande y pequeño. Y él da salvación y vida más allá de la vida terrenal. Dios extendió su misericordia a Faraón nueve veces, pero este insistió en endurecer su corazón. Dios no endurece un corazón que previamente no ha elegido endurecerse. Recordamos que la voluntad de Dios es que todos lleguen al arrepentimiento, como nos dice 2 Pedro 3:9.



Después de la sexta plaga, y de que Faraón haya endurecido su corazón vez tras vez, Dios le habla fuerte a Faraón:

Le dice en Éxodo 6:14-16 “Porque yo enviaré esta vez todas mis plagas a tu corazón, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que entiendas que no hay otro como yo en toda la tierra. Porque ahora yo extenderé mi mano para herirte a ti y a tu pueblo de plaga, y serás quitado de la tierra. Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra.”


Vemos en la epístola de Romanos 9:17 Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.”


El poder de Dios será manifestado en la vida de aquellos que aman a Dios, o en el juicio sobre aquellos que lo rechazan, como en el caso del faraón.


Oremos para que aquellos corazones endurecidos sean hechos corazones de carne, para que vean a Dios y se arrepientan de su terquedad. Dice Ezequiel 36: 26-28


Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.”


Que este texto sea para nosotras y para aquellos que amamos.



 

¿Quién está por Jehová?


“Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.” 31:18

Pasados tres meses de la huída de Egipto, el pueblo de Israel habían llegado a la base del monte Sinaí. Leemos en Éxodo 19 que ahí Dios habla con Moisés y le expone el pacto que quiere hacer con el pueblo de Israel. Esto deriva de la promesa de Dios a Abraham. Dios dice: “ si guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro” y dice “me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa.” ¡Qué precioso pacto!


Dice en el versículo 8 que el pueblo se comprometió a obedecer diciendo: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos.”


“Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre.” 19:9


Dios mismo hablaría a todo el pueblo para darles las ordenanzas que tendrían que cumplir. Para ello tendrían que santificarse todos, pues para estar en la presencia del Dios santo no debía haber corrupción. Dios les da tres días para consagrarse.


Leemos en Exodo 19:10: “Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento.”


Con el pueblo situado a la base del monte, y Moisés más adelantado, Dios habla para darles los diez mandamientos a su pueblo.


“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.” Éxodo 20:18-19


Moisés respondió al pueblo: “No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis.” Éxodo 20:20


Moisés les está diciendo: Dios se ha mostrado en su poder para que viendo su grandeza no penséis en pecar. Es decir, miedo a Dios solo lo debe tener el que peca, mas el que le sigue no debe temer Su grandeza; más bien debe sentirse seguro en Su grandeza.


Moisés sube solo adonde está el Señor, el cual le da este mensaje para su pueblo:

“Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis.” 20:23


Dios también le da muchas leyes específicas para el pueblo. Muchas son sobre la organización de su sociedad, y otras, aplicaciones de los diez mandamientos en la vida diaria del pueblo. Le da las instrucciones para las diferentes celebraciones que observarían, y les asegura que el Angel del Señor les acompañará hasta que lleguen a la tierra prometida.


Moisés vuelve con el pueblo para comunicarles todo lo que Dios ha dicho, escribiendo todas las palabras, y nos vuelve a decir el texto que “todo el pueblo respondió a una voz, y dijo: Haremos todas las palabras que Jehová ha dicho.” 24:3 Y sellaron el pacto con sacrificios. El pueblo de Dios se había comprometido a cumplir los mandamientos y leyes que Dios había establecido.



Una vez más, vemos que Moisés sube al monte con Josué mientras Aarón y los ancianos se quedan atrás. Esta vez, Moisés debe esperar 6 días en la nube antes de ver al Señor. Al séptimo día, Moisés va ante la presencia del Señor, donde pasará los próximos 40 días y noches. Nos dice que el pueblo lo veía desde abajo como un fuego abrasador.


Es durante este tiempo que Dios le da a Moisés los planos para la construcción del Tabernáculo, lugar que Dios llenaría con Su presencia.


Sin embargo, mientras Moisés está en el monte Sinaí, el pueblo se pone impaciente. No mucho más de un mes ha pasado desde que Moisés subió a recibir el contrato que ellos han aceptado con Dios, y dudan de si Moisés aún vive. El pueblo se queja a Aarón y le piden un ídolo para adorar—Una representación de Dios. ¡Tenían la presencia de Dios ahí mismo, en la cima del monte Sinaí! Y además la promesa de que los acompañaba se Angel, pero eso no les pareció suficiente. Querían algo que pudieran ver y tocar.


Dios acaba su tiempo con Moisés avisándole de la rebeldía del pueblo. Le dice que es un pueblo duro de cerviz, al cual Él podría destruir por su pecado y crear una nueva nación del mismo Moisés. Aquí vemos a Moisés suplicando que no destruya al pueblo, ya que ellos son parte del pacto de Dios con Abraham, y destruirlos haría que los otros pueblos hablaran mal de Dios.


Sin embargo, Moisés mismo se enfurecería con el pueblo al llegar al campamento, como leeos en Éxodo 32:19-20

“aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.”



25-26: “Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo”


Se unieron a él los hijos de Leví. Estos eran la tribu que servía como sacerdotes. Ellos eran los únicos que estaban indignados con la acción del pueblo. Y ellos fueron los que trajeron el juicio sobre los hombres que habían pecado contra Dios.



Este triste suceso muestra lo fácil que es para las personas desviarse de su compromiso con Dios. Estos eran el pueblo que había dicho que harían todo lo que Dios dijera, y cuando pasan por un tiempo de incertidumbre, se montan su propia imagen de Dios y a este sirven de la manera que a ellos les da la gana.


Muy similar a muchos que hoy en día dicen que creen que hay un Dios, pero adoran a sus propias creaciones, sean imágenes físicas de Dios o ideas que se hacen en sus mentes. Actúan como los que abiertamente rechazan a Dios, y vemos que la santidad de Dios no puede habitar con el pecado de rebelión e idolatría.


Amiga que escuchas hoy, Dios ha hablado. Su Palabra es la Biblia. Si quieres servir a Dios, has de hacerlo según Él ha comunicado por su Palabra, así que haces bien en leerla y escucharla. Que no nos engañemos creyendo que a Dios se le sirve según uno quiera. Dios nos dice en Juan 14:15


“Si me amáis, guardad mis mandamientos.” ¿Le amas?



 

Un tabernáculo a Su manera


“Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios.” Éxodo 29:43-46

El propósito del tabernáculo era que el Señor habitara en medio de ellos (Exodo 25:8). El Señor había habitado con Adán y Eva en el huerto de Edén antes de que pecaran. Ahora el Señor quiere morar entre Su pueblo, así que pide que se haga este tabernáculo para que Su presencia pueda estar junto al pueblo. Esto era nuevo para el pueblo de Israel. Dios mismo habitaría entre ellos.


Dice Dios a Moisés en 26:30; 27:8 “Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.”

Dios le mostró a Moisés los planes específicos sobre cómo construir el tabernáculo. Hechos y Hebreos comentan cómo Moisés hizo el tabernáculo “conforme al modelo que se le había mostrado en el monte”


Se especificó la estructura del tabernáculo: longitud, anchura, diseño del atrio y del lugar santísimo y el velo que separaría el lugar Santo del lugar Santísimo). Además de la estructura, vemos que se especificaron los materiales: Tipo de madera, tipo de tejidos para la cortina; me llama la atención el detalle de cuántas tiras debía tener cada cortina para colgarlas, los corchetes, las uniones entre cortinas, el color, tamaño; cada detalle era importante.


La construcción del mobiliario también se explicó específicamente: la mesa para el pan de la proposición, el candelero de oro, el altar de bronce.


También se especifica la colocación del mobiliario: “Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo. Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte.” (26:34-35) Yo me pierdo un poco con tanto detalle. Pero queda muy claro que los detalles son importantes para el Señor cuando va a compartir su presencia.


Las actividades que se llevarían a cabo en el tabernáculo y los que podían entrar ahí también estaba detalladamente especificado:

Nos dice que las lámparas de aceite debían arder continuamente en el tabernáculo y los hijos de Aarón se encargarían de ello. Da instrucciones específicas de cómo debían prepararse para estar en la presencia del Señor. No podían venir de cualquier modo. Habla de sus vestiduras, lo que deberían ponerse para poder entrar. Debían ser consagrados antes de poder acercarse a Dios.


Y me deja atónita el pensar que cuando Cristo murió, el velo de división del templo fue rasgado de arriba hacia abajo, abriendo el acceso a la presencia del Señor. Ahora, en Cristo, yo puedo acceder a la presencia de Dios. Es un pensamiento demasiado bueno.


Dice el escritor de Hebreos 4:16


“Acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.”


Yo puedo acercarme a Dios en cualquier momento. Y Dios me pide, como a los sacerdotes que venían ante Su presencia, que me vista con ciertas cosas:


Colosenses 3:12-14; Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.” Esta es la vestidura del cristiano.


No solo podemos venir ante la presencia del Señor en cualquier momento, sino que la Biblia dice que en el momento que recibimos a Cristo en nuestra vida como nuestro Salvador, el Espíritu Santo viene a morar en nuestros corazones.


1 Corintios 6:19 dice ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? ¡Mi cuerpo es como el Tabernáculo en el desierto, donde moraba la presencia de Dios!

Este es otro sacrificio que ha hecho el Señor cuando nos escogió para ser morada del Espíritu. El Dios que llena el universo ha elegido colocar Su presencia en cada persona que lo recibe en su vida. Si es así y tú te consideras cristiana,


¿En qué condiciones habita el Señor en tu vida? ¿Llevamos nuestra vida tal y como a Él le gusta? Si el Señor tenía tal detalle para el lugar donde habitaría Su presencia entre el pueblo de Israel, ¿no crees que tiene detallado cómo le gustaría que fuera el templo de Su espíritu hoy día?


Examinemos nuestro tabernáculo y organicemos cada compartimento de nuestra vida para que habite el Espíritu de Dios en nosotras con agrado, y no entristecido, como dice Efesios 4:30.


Dejemos que el Espíritu del Señor nos llene para poder ir a su presencia. Que podamos ir ante él con confianza.


Tenemos acceso directo a Dios. Mantengámonos dignas de Su presencia.



 

Bezaleel y Aholiab


Al leer la Biblia podemos encontrar personajes que aparecen en un par de versículos y que no vuelven a ser mencionados. Pero es interesante que el Señor nos los presente, y a menudo podemos aprender algo a través de sus vidas, aún si solo los vemos por unos instantes.


Hace poco hablábamos de dos mujeres cuyos nombres no son muy conocidos, Sifra y Fúa, pero que habían sido muy importantes a la hora de salvar muchos bebés de los hebreos en Egipto.


Hoy vamos a hablar de dos hombres que fueron clave para la construcción del tabernáculo. Dios habla muy bien de ellos. Me encanta ver cómo el Señor da dones a cada persona, y cómo cada talento puede ser usado para la obra del Señor.


Sin duda, Bezaleel y Ahliab eran hombres con mucho talento. No eran sacerdotes, ni eran líderes políticos. No eran grandes oradores o filósofos, pero tenían habilidades que estaban dispuestos a compartir con el pueblo.


Exodo 35:30-35 los presenta así:


“dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en la talla de piedras de engaste, y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Y ha puesto en su corazón el que pueda enseñar, así él como Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y los ha llenado de sabiduría de corazón, para que hagan toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor, e inventen todo diseño.”


Bezaleel que era un hombre lleno del Espíritu de Dios, lleno de sabiduría, inteligencia, ciencia y arte. Wow!


Bezaleel era capaz de proyectar diseños, esto es, realizar planos para la construcción y llevar a cabo la obra en madera, piedra y metales preciosos. Trabajaba con diferentes materiales como oro, plata y bronce. Entendía sobre el tallado de piedras y trabajaba con diferentes maderas.


Bezaleel no solo sabía trabajar con estos materiales para la construcción, sino que también tenía la habilidad de enseñar. No todo el mundo puede enseñar a otro a hacer algo que él mismo sabe hacer. El don de la enseñanza es necesario para poder comunicar tus conocimientos a otros. Nos dice la Biblia que Bezaleel podía enseñar a otros a realizar el trabajo. Esto hacía posible que más personas aprendieran a hacer alguno de estos trabajos para la construcción del tabernáculo. El texto de Éxodo nos dice que había otros hombres que podían realizar estos trabajos y trabajaban con él.


El texto también nos habla de otro hombre, Aholiab. Aholiab tenía el don de hacer toda obra de arte y de invención.


Aholiab era creativo y capaz de inventar diseños novedosos. En particular se nos dice que podía trabajar muy bien los textiles, y él organizó la confección de las cortinas del tabernáculo y de las vestiduras de los sacerdotes.


Nos dice en Éxodo 38:23 que era “artífice, diseñador y recamador en azul, púrpura, carmesí y lino fino.” ¿Te has fijado en las preciosas telas bordadas que se encuentran en los palacios? Eso es el recamado, un bordado sobre tela en el que se sueles utilizar hilos de alta calidad, incluyendo el hilo de oro o de plata.


Parece que él también instruía a otros en el arte de tejer para obtener creaciones y diseños. Así que vemos que “todos los sabios de corazón de entre los que hacían la obra, hicieron el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; las hicieron con querubines de obra primorosa.” 36:8


Se nos dice también en el capítulo 35:25-26 que había muchas mujeres que trabajaron para confeccionar los materiales del tabernáculo donde habitaría la presencia del Señor. Dice así:


“todas las mujeres sabias de corazón hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura, carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó en sabiduría hilaron pelo de cabra.”


No me cabe duda que estas señoras estuvieron trabajando con muchos otros junto con Aholiab para la confección de los tejidos mientras Bezaleel y los otros trabajaban en los trabajos de carpintería y piedra.


Nos dice el 36: 2 que “Moisés llamó a Bezaleel y a Aholiab y a todo varón sabio de corazón, en cuyo corazón había puesto Jehová sabiduría, todo hombre a quien su corazón le movió a venir a la obra para trabajar en ella.”


Varias veces dice que “los que su corazón les impulsó o les movió a venir a la obra vinieron a trabajar.. Nos está diciendo que vino a trabajar todo aquel que sintió el deseo de venir a la obra, y vinieron para ofrecer la habilidad que cada uno tenía.


Todos cooperaron en la construcción del tabernáculo. Algunos lo hicieron con sus mentes, en la logística, o proyectando los diseños; otros con sus manos, y todos con sus bolsillos. Nos dice la Palabra que el pueblo trajo los materiales necesarios para la construcción. Se nos dice que trajeron tantos materiales que tuvieron que pedir que no trajeran más.



¡Qué bendición cuando todo el mundo está dispuesto a dar para la obra del Señor. Recordemos que esto es después de todo lo ocurrido en el monte Sinaí, donde el pueblo había dado sus joyas para construir un becerro de oro que serviría como ídolo de adoración. Esto había traído duro castigo sobre el pueblo. Pero ahora vemos algo hermoso. El pueblo unido da de lo que tiene y dan de sus habilidades para unirse y construir el lugar donde habitaría la presencia del Señor.


¿Qué habilidad tienes tú que puedes ofrecer para la obra del Señor? Que nosotras las cristianas de hoy en día no dudemos en participar en la obra del Señor según tengamos oportunidad.



 

La gloria de Dios


No quisiera dejar el libro de Éxodo sin observar una vez más la gloria de Dios ofrecida al ser humano.


Éxodo 40:34-38 “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Y no podía Moisés entrar en el tabernáculo de reunión, porque la nube estaba sobre él, y la gloria de Jehová lo llenaba.”


La gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Es interesante que una vez construido el tabernáculo, Moisés no puede entrar! Y es que Dios, el Santo Dios no puede permitir el pecado de su pueblo. Todas las preparaciones, todas las labores de construcción, y ahora ni siquiera Moisés podía entrar en el tabernáculo.


La santidad del Señor es tal que no hay persona que pueda venir a su presencia tal como es. Esto parece una contradicción con la idea de que cualquiera puede venir a Dios. En realidad no lo es. Cualquiera puede venir a Dios, pero no en cualquier condición. Dios es Santo, y como vimos cuando Dios se apareció a Moisés en la zarza, Moisés tuvo que quitarse el calzado, porque estaba en tierra santa. Luego vemos que cuando Dios vino a hablar con el pueblo de Israel en el monte Sinaí, les pidió que se purificaran durante tres días para poder estar en la presencia de Dios. Y cuando Dios viene sobre el monte, ruegan a Moisés que sea él el que les hable y no Dios, ya que tienen temor de la grandeza de su gloria. Más tarde vimos que Moisés tuvo que esperar seis días para estar listo para ir a recibir las instrucciones de Dios.


Todo esto nos muestra que la gloria de Dios es tan grande, que no hay ser humano que pueda presentarse.


Hasta Moisés tuvo que quedarse fuera del tabernáculo porque la gloria de Dios lo llenaba.

Recordemos que Moisés había sido escogido por Dios y era muy especial.


Dios preservó la vida de Moisés de manera especial cuando sus padres lo escondieron de Faraón y lo pusieron en una cesta en el río al intentar salvarlo de una muerte segura en manos de los siervos de Faraón. Acabó adoptado por la hermana de Faraón, criado por su propia madre hasta cierta edad, y educado en la corte de Faraón.


Vimos cómo tuvo que huir de Egipto porque mató a un egipcio cuando defendía a un hebreo que estaba siendo maltratado. Huyó hacia la tierra de Madián, donde conoció a la que sería su esposa. Acabó viviendo ahí 40 años. Después de esto, Dios lo llamó para volver a Egipto para sacar a su pueblo de la esclavitud. Vimos cómo Faraón no quiso ceder a Dios, y al final el pueblo sale perseguido por el ejército de Faraón, el cual Dios destruye en el Mar Rojo, salvando a su pueblo para que pase el mar por tierra seca.


Durante todo este tiempo, Dios estuvo con Moisés, y Moisés lideró al pueblo durante el éxodo. Hemos visto en el libro de Éxodo todas las veces que Dios habla con Moisés. Nos dice Éxodo 33:8 “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero.” ¡Qué preciosas palabras!


Durante la descripción de la construcción del tabernáculo, me llama la atención las veces que nos dice que “hizo Moisés conforme a lo que Dios le había dicho.” Moisés era un hombre dedicado al servicio de Dios.


Entonces ¿Qué pide Dios para poder entrar en su santuario, para poder acceder a la gloria de Dios?


El salmista pregunta en el Salmo 15


“Señor ¿quién habitará en tu tabernáculo?

¿Quién morará en tu monte santo?

El que anda en integridad y hace justicia,

Y habla verdad en su corazón.

El que no calumnia con su lengua,

Ni hace mal a su prójimo,

Ni admite reproche alguno contra su vecino.

Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado,

Pero honra a los que temen a Jehová.

El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia;

Quien su dinero no dio a usura,

Ni contra el inocente admitió cohecho.

El que hace estas cosas, no resbalará jamás.”


Lo cierto es que no hay nadie que haga esto todo el tiempo. Entonces, ¿quién puede acceder a la gloria de Dios?


El libro de Levítico que vamos a estar mirando a continuación presenta al pueblo de Dios con sacrificios y rituales que debían seguir para estar en comunión con Dios. Sin embargo, adelanto que la obra de Cristo en la cruz zanjó toda deuda del hombre con Dios. La manera de acceder a la presencia de Dios, de gozar de su gloria sin temor, es a través del cordero perfecto, Jesucristo. Al aceptarle a Él como nuestro sustituto y Salvador, podemos acercarnos a Dios con confianza porque cuando venimos a Dios en el nombre de Cristo, Dios no ve nuestras imperfecciones, sino que ve la pureza del Cordero que quita el pecado del mundo, Jesucristo. A Él sea la gloria.



Te animo a ver los vídeos resumen de cada libro de la Biblia producidos por el proyecto Lee la Biblia antes de leerlos. Te ayudarán a ver la estructura del libro.



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Quién soy

Maribel-profile_edited.jpg

Vivo en la provincia de Alicante, donde nací, y he dedicado los últimos 25 años de mi vida a invertir en la vida de mi marido David Bell y la de mis tres hijos, David, Andrea y Daniel y trabajando en el ministerio donde Dios nos ha ido llevando. Ahora que mis hijos han crecido, mi marido y yo continuamos activos en la Iglesia Cristiana Bautista del Valle, en Petrer, donde Dios nos trajo hace 13 años para compartir el evangelio.

 

Mi formación espiritual se ha desarrollado gracias a mi madre, mi iglesia local, campamentos, institutos bíblicos, y los años que pasé en una universidad cristiana. Mi formación profesional es en el campo de la educación, la psicopedagogía y la lingüística. Mi meta es integrar cada aspecto de mi vida personal, espiritual y profesional para ser útil al Señor, el cual me dio la vida física y espiritual para poder conocerle y disfrutarlo ahora y por la eternidad. 

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